El ruido del tráfico incrementa los ingresos hospitalarios por ansiedad y depresión e, incluso, el riesgo de suicidio, según ha puesto de manifiesto un estudio llevado a cabo en Madrid entre 2010 y 2013 por expertos de la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III (ENS-ISCIII), y que ha sido publicado en Science of Global Environment.
Impacto psicológico y orgánico
La investigación, liderada por Julio Díaz y Cristina Linares del departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela Nacional de Sanidad, concluye que la contaminación acústica que ocasiona el ruido del tráfico urbano «debe de considerarse un importante factor de riesgo en la aparición y en la exacerbación de los síntomas de estas enfermedades«. En concreto, el trabajo explica que la capacidad de la contaminación acústica urbana para estresar el sistema nervioso se determina en dos niveles. Por un lado, tiene un impacto psicológico ligado a la excitación del hipotálamo tras la llegada del sonido a las estructuras talámicas auditivas; y por otro, hay alteraciones orgánicas en el eje hipotalámico pituitario adrenocortical (HPA) y el sistema simpático adrenal medular (SAM).
El estudio concluye que los ingresos urgentes por ansiedad, depresión y suicidio sí están relacionadas con los niveles de ruido equivalente (LEQ), y que también se observan más casos de ansiedad vinculados con las temperaturas extremas, sobre todo en el caso de olas de frío. Por contra, en este caso no se observaron vínculos entre los contaminantes químicos y la aparición de las citadas patologías.
De esta forma, los investigadores han comprobado que los ingresos por ansiedad, depresión y suicidio sí están relacionadas con los niveles de ruido equivalente (LEQ), y que también se producen más casos de ansiedad ligados a temperaturas extremas en olas de frío. No obstante, no se han visto vínculos entre los contaminantes químicos y la aparición de las citadas patologías.